NATURALIDAD - Boda de Jordi y Núria.

Todo el mundo quiere fotos naturales, espontáneas, frescas…

Casi todos los fotógrafos decimos que hacemos fotos naturales, espontáneas, frescas…

Pero ¿en realidad sabemos a qué nos referimos por naturalidad en fotografía de bodas?

Para mí naturalidad es que te reconozcas cuando te ves y, además, te guste lo que ves. Parece una simpleza pero muy poca gente lo consigue con una cámara.

Intentaré explicarme mejor :

Naturalidad en fotografía no es toparse con la cruda realidad, para eso no contratamos a un fotógrafo profesional, nos basta con un espejo por las mañanas o una económica cámara digital en las manos de un amigo.

El reto es conseguir estilizar, embellecer la realidad, sin transformarla en otra diferente, quizá la misma que otras decenas de parejas de novios antes que tú.

El estilo del fotógrafo debe ser un tamiz y no un embudo si queremos conseguir este equilibrio casi imposible.

Los novios deben percibir que aquellos seres tan guapos e interesantes que ven plasmados en un papel son ellos mismos, con sus gestos y miradas habituales.

Cierto que contrataron el reportaje por que les gustaron especialmente algunas fotografías, pero nunca se verán naturales en su propio álbum si meramente es una repetición de esas mismas fotografías ya vistas… ahora con sus caras.

No me cansaré de repetirlo, por qué de verdad creo en ello : cada pareja es diferente y diferentes deben ser las fotos.

¿ Y cómo se consigue esa naturalidad ?  ¿ Torturando a la pareja con mil posturitas y besos interminables, mientras se pierden el aperitivo con la familia y amigos ? Por supuesto que no. ¿ Disparando como un poseso miles de fotografías en ráfaga ? No necesariamente.

Quizás al principio los miles de clics por unos tipos que corretean por todos lados parezca simpático, incluso el sonido sincopado de tanto obturador desbocado hasta roce la musicalidad. Pero horas después, tal cadencia ya no es armoniosa cual lluvia contra un cristal, ya empieza a parecer una ametralladora ante el paredón. Al final de la jornada, sumándole los flashes, del ametrallamiento hemos pasado al bombardeo sin piedad  ( y sin poder refugiarse ). En definitiva, muy a menudo, cantidad no suele ser sinónimo de calidad sino más bien de hartazgo. Además, para eso ya tenemos el video a 24 silenciosos fotogramas por segundo. Y en alta definición, solo has de escoger la imagen que más te guste y, si quieres, imprimírtela.

El tipo de naturalidad al que me he referido antes solo se consigue, creo, de la siguiente manera :

– Anticipándose y estando alerta para cazar al vuelo. Si disparamos demasiado igual asustamos a las mejores presas ( siguiendo con el símil de la caza ).

– Infundiendo seguridad a la pareja, dando pocas y precisas instrucciones cuando hace falta. No hemos de olvidar que, generalmente, es la primera vez que son los protagonistas de una boda, por lo que pasan por momentos de incertidumbre e intranquilidad. Dando esa confianza contribuyes a que estén relajados. Si están relajados, estarán naturales, incluso mirando a cámara ( ¿quién ha dicho que es incompatible mirar al objetivo y salir natural en la foto?).

– Dominar la luz en todas sus variantes ( natural, artificial, reflejos, sombras…) así como la técnica fotográfica, combinado con un bagaje artístico y cultural que ha educado tu criterio estilístico, pues ese dominio te permitirá conseguir sumar el concepto estético a los dos puntos anteriores. En definitiva, marcar la diferencia entre la “cruda” realidad y la realidad “al punto”.

Seguro que otros profesionales añadirían algún detalle más, y si alguno se apunta que aporte un comentario. Será bienvenido.

Pero esta naturalidad es la que buscamos, Esther y yo, al hacer las fotografías de una boda.

Nos gusta pensar que lo conseguimos, aunque seguro que nunca lo suficiente.

Pero prometo que nunca dejaremos de intentarlo.

La boda que ilustra este post es un buen ejemplo de lo comentado.

Jordi y Núria contactaron con nosotros de forma curiosa. Una amiga de la familia, ( fotógrafa social, competencia al fin y al cabo, y que no tenemos el gusto de conocer personalmente ) que había visto trabajos nuestros y le encantaba esa combinación de naturalidad, espontaneidad y calidad técnica por igual, tuvo la honestidad de recomendarnos al tener ella el día reservado. Mil gracias .

Los novios, al conocernos, vieron que era justo lo que buscaban. Esa confianza en nuestro trabajo se refleja en las fotos. Se limitaron a ser ellos mismos seguros de que a nosotros no se nos escapaba nada  (sin atormentarlos con nuestras indicaciones o torpedeo sin piedad ). La verdad, al final de la jornada nos confesaron que habían disfrutado como nunca, y no pese a los fotógrafos, sino, en parte, también gracias a ellos.

Aunque Jordi y Núria viven en la comarca del Penedés, celebraron la ceremonia en la iglesia del Vinyet, en Sitges. Así que aprovechamos el paseo marítimo cercano para hacer cuatro fotos con luz mediterránea. Y luego unas pocas más en el mismo restaurante, Masia Torreblanca, gestionado por Cal Blay.

La idea, como siempre, ser rápidos y eficaces para no robar tiempo a los novios de estar acompañados por sus seres queridos. Y, también, al aprovechar cualquier rincón para hacer fotos interesantes, impregnar nuestro trabajo de esa variedad y versatilidad que tanto proclamamos.

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